El humor es una forma divertida de conectar con los demás y una forma de transmitir valores como la energía, la diversión y alegría que nos ayudan a atraer la atención sobre lo que estamos haciendo. A todos nos gusta reírnos y, de hecho, solemos prestar más atención a las cosas que nos divierten que a las que no. Por eso, el humor es un gran aliado para el trabajo. No se trata de tomarse las tareas a broma, pero sí de mantener una actitud positiva. Además de ser un antídoto contra el estrés, conlleva otros beneficios para el trabajador y la empresa, porque el humor ayuda, entre otros, al aumento de la motivación y la creatividad.
La risa en el trabajo, lejos de ser una frivolidad, fomenta el optimismo, el compromiso, la creatividad y la felicidad en los trabajadores y por lo tanto en su rendimiento, porque por ejemplo, el simple hecho de tener una sonrisa hace a un empleado más persuasivo.
Pero el riesgo del sentido del humor es usarlo mal, porque es muy personal y hay que manejarlo con criterio. Los empleados siempre son muy exigentes con sus jefes, por lo que, si lo eres, tienes que cuidar lo que dices. En España el sentido del humor se perdona poco en entornos como la política, los famosos o los directores. No obstante, sí hay ciertas estrategias que se pueden poner en práctica. Aquí van 4:
– No confundas el sentido del humor con el sarcasmo y la ironía: ambas están catalogadas como formas violentas de comunicación. Una bofetada envuelta en una ironía sigue siendo una bofetada, incluso escuece más. Tampoco vale esconder una reclamación dentro de una broma y pretender que la reclamación esté hecha. El humor no es el medio para hacer reclamaciones, ni para dar feedback de verdad. Muchas personas envuelven en sarcasmo sus quejas sobre su empresa, su jefe, sus empleados, los resultados obtenidos…, pero a pesar de la risa o la sonrisa inicial, la acidez de sus comentarios es tan evidente que dejan una huella muy visible de negatividad y mal ambiente.
– Establece el código de conversación que consideres adecuado, sin miedo a correr algún riesgo: el jefe es quien tiende a marcar el tono de la conversación y la comunicación dentro del equipo. Una forma muy sana de abrir la puerta al buen ambiente, por parte de quien dirige, es llevar el sentido del humor al grupo a través de comentarios jocosos, celebrar las manifestaciones de humor adecuadas, incluso estimularlas dando pie a conversaciones divertidas. Al mismo tiempo puede poner límites cuando entienda que ese tipo de humor no es el que ayuda al equipo a avanzar.
– Desdramatiza lo que haces y no te des tanta importancia. Ríete un poco más de ti mismo. Es mejor siempre reírte de ti que de otro. Reírte del grupo del que formas parte, pero estando tú dentro, no viéndolo como si tú estuvieras fuera. Tampoco hagas de todo un chiste, porque si lo haces te conviertes en un pesado y eso pasa de ser una cualidad a ser un tostón, ni llegues al punto de que no te tomen en serio.
– Celebra las manifestaciones de humor que sumen al clima del equipo, pero también pon atención al empleado que siempre está de mal humor o al que tiene un sentido del humor que nadie comprende. Para ello asegúrate de que sabe que su actitud no es admisible, que afecta negativamente al equipo y pídele claramente que ofrezca otra cara a sus compañeros. Todos estamos muchas horas en la empresa, nos merecemos un ambiente lo más amable y alegre posible dentro de la exigencia propia de las organizaciones. Es posible estar de mal humor un día, pero si éste es constante puede convertirse en un motivo de despido, puesto que nadie tiene derecho a contaminar al equipo con su mal carácter. Si el empleado tiene un humor que el resto del equipo no entiende, también necesita saberlo, esa conversación va a tener poca gracia, pero hay que tenerla de forma clara.